Gratitud

“Cuando bebas agua….recuerda la fuente”
Gratitud
Este breve y sencillo proverbio chino obliga a reparar en aquello que habitualmente olvidamos, que no vemos. Lo obvio. Damos por sentada la existencia del agua, damos por hecho que la tendremos cuando sintamos sed. De la misma manera consideramos natural la existencia del techo que nos cobija, del alimento que nos nutre, del abrigo que nos cubre, de la cama en que dormimos, del aire que respiramos. Como si no fuera un milagro estar vivo al final de cada día, aun cuando, en realidad, nada ni nadie nos garantizó en el comienzo de la jornada que eso ocurriría. De tanto dar por sentada esa suma de cosas y circunstancias que constituyen el hecho de estar vivos, terminamos por olvidar (o desechar, o desdeñar) lo principal. Dar gracias.
Hasta que de pronto aparece un microorganismo, una minúscula e invisible cápsula de material genético llamada coronavirus, y todo lo que dábamos por sentado, todo aquello que considerábamos casi un derecho adquirido de nacimiento, tambalea, se torna incierto. Tememos perderlo. Tememos, sobre todo, perder la vida propia o la de seres queridos, pero sobre todo la propia. Y salimos a los balcones de nuestros confinamientos para aplaudir a quienes arriesgan las suyas para que no nos ocurra lo temido, lo peor. Nuestros aplausos dicen » Gracias «.
¿Recordaremos seguir agradeciendo después, a medida que el temporal pase? ¿Incorporaremos no sólo la palabra gracias, sino el sentimiento de gratitud a nuestro equipaje existencial? ¿Dejaremos de ser eternos acreedores, exigiéndole a la vida lo que, según nosotros, ella nos debe? ¿O nos reconoceremos deudores de mucho de eso que naturalmente tenemos y a que a otros les falta?. El agradecimiento no debiera ser ocasional y oportunista, sino un valor activo y permanente, una actitud, una forma de vida.
Agradecer es admitir nuestras limitaciones, no creernos autosuficientes, reconocer la existencia del otro, del prójimo, saber que no hay un yo sin un tú, porque sin la existencia de alguna de ellas estas dos palabras nada significarían. Quizás, a pesar de todo, el Covid-19 deje algunas secuelas beneficiosas, y una de ellas sea la instalación del agradecimiento. Ello requerirá que recordemos nuestra condición de mortales frágiles, vulnerables, que sólo pueden existir si existen en relación con otros. Con otros, no contra ellos o sin ellos. El agradecimiento, además, convoca y aviva otras virtudes. En primer lugar, la humildad. Agradecer es un acto de humildad. Y luego la empatía, la generosidad y el amor.