Cuando llegué a Bs. As. y entré en la vorágine de la gran ciudad, descubrí el método Ashtanga de la mano de mi profe y amiga Marcela de la Llave.
El Ashtanga me dio fuerza y flexibilidad, me mostró la respiración que fue mi guía para moverme desde el afuera hacia adentro. Me planteó desafíos en el cuerpo que me llenaban de entusiasmo hacia la práctica.
Practique la primera serie durante 6 años, aprovechando mi estadía de dos años en Londres para tomar clases con maestros de Ashtanga como Lino Miele, John Scott, Cathy Louise Broda y el propulsor de este estilo Sri K. Pattabhi Jois.

A mi regreso de Inglaterra es cuando decido cambiar el rumbo de mi vida profesional y luego del nacimiento de mi primera hija, comienzo mi primer profesorado de Yoga en Yogakai, bajo la guía de Fernando Maureira. Continúo mi práctica de Ashtanga junto a Fernando Calviño y comienzo a dar clases (2003). En esos años de aprendizaje y enseñanza, llega mi segundo hijo al mundo, y aunque ya completados mis estudios en Yogakai, sentía que apenas había logrado “abrir la puerta” de este vasto Universo del Yoga.

Busqué por dónde seguir y encontré a Juan Pablo Martin (2007) con quien estudio desde entonces, siguiendo la tradición de T. Krishnamacharya. Con Juan Pablo profundizo mi conocimiento de Asanas y Pranayama, comienzo a descubrir el poder de los Mantras, la maravillosa enseñanza de los Yoga Sutras, y las posibilidades de mejorar la calidad de vida del individuo a través del Yoga como terapia de sanación.

Una puerta se abre y al final del recorrido hay otra puerta, y otra, y otra, y sigo abriendo puertas porque lo que voy encontrando me maravilla. Cada llave que giro, siento es un paso hacia mí misma y una posibilidad de ayudar a otros.